Trabajar hasta las tantas

Una de las cosas que más me preguntan cuando comento que llevo cuatro años trabajando totalmente en remoto es si soy capaz de no trabajar hasta las tantas.

Reconozco que me gusta mi trabajo y tengo la gran suerte de disfrutar con lo que hago en mi día a día. Me satisface encender el ordenador y ponerme a resolver las tareas que tengo pendientes. Pero me encanta, y mucho, mi tiempo libre.

Por eso me esfuerzo en dedicarle a los distintos aspectos de mi vida el tiempo que se merecen, y a separarlos completamente. Durante el horario laboral me concentro en las tareas que llevo a cabo, eliminando todas las distracciones y aparcando los asuntos personales. Durante este tiempo no recibo notificaciones en el móvil, no miro las redes sociales, no busco viajes, ni leo el periódico… me centro en las tareas del trabajo.

Pero tan pronto como termina la jornada las obligaciones profesionales se acaban, las preocupaciones quedan aparcadas, y ya no vuelvo a pensar en el trabajo hasta el día siguiente (o al menos lo intento). Para cambiar completamente de rutina mi primera actividad extralaboral es siempre algo que me lleve fuera de casa. A partir de ese momento me dedico a mis obligaciones personales y, si tengo tiempo, a mis aficiones o a no hacer nada.

Así que no. No trabajo hasta las tantas. Lo doy todo en horario laboral y luego a mis cosas. Y esto me hace más feliz y productivo.

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